Nadie se perderá…
33 De madrugada, Pablo les
recomendó a todos que comieran algo. Les dijo:
—Ya hace dos semanas que, por esperar a ver qué
pasa, ustedes no han comido nada. 34 Les ruego que
coman algo. Esto es necesario, si quieren sobrevivir, pues nadie va a perder ni
un cabello de la cabeza.
35 Al decir esto, Pablo tomó
en sus manos un pan y dio gracias a Dios delante de todos. Lo partió y comenzó
a comer.36 Luego todos se animaron y comieron también. 37 Éramos
en el barco doscientas setenta y seis personas en total.38 Después
de haber comido lo que quisieron, echaron el trigo al mar para aligerar el
barco.
39 Cuando amaneció, los
marineros no reconocieron la tierra, pero vieron una bahía que tenía playa; y
decidieron tratar de arrimar el barco hacia allá. Hechos 27: 33-39
Retomando las enseñanzas que se explicaron
anteriormente, la parte I y parte II, me vi en la necesidad de hacer una
tercera parte. Este tema no se podía explicar en solamente una nota, era
necesario que la estructurara.
En el fragmento anterior que se puede observar
líneas arriba se encuentra algo sumamente importante y que no solamente nos
servirá para lograr nuestras metas, sino para sobrellevar cualquier situación.
Claramente se puede observar que el ánimo de Pablo
no había cambiado, su gozo no había variado, en cambio los demás tenían tanta
incertidumbre que, no habían comido
nada. En pocas palabras esos hombres no tenían esperanza y confianza. Quiero
afirmarte que cuando recibes una meta que viene de parte de Dios puede que se
ponga muy tormentoso el camino. Sin embargo la confianza en Dios no es
defraudada. Dios no dejo avergonzado a Pablo; nadie murió. Lo que quiero
decirte hoy es que no pierdas el ánimo. ¡Animate!
Puede que hoy sea ese Pablo que te viene a decir: ¡come!, no quedaras a la deriva si te
permites descansar en medio de las dificultades confiando en Dios; cuando
despiertes veras la orilla de la playa y todo habrá terminado.