En una
película que vi recientemente observe algo que me servirá para darte un ejemplo
de lo que vamos a reflexionar ahora. Antes quiero agradecerte por leer mi
estilo literario. Un honor para mi tenerte como lector.
Relataba que una mala decisión que tomo el rey del reino
desencadeno una gran desgracia para la humanidad. Su decisión no solo afecto a
sus seres queridos sino la naturaleza. Emergido el mundo en ese cuadro de
repente apareció un lugar que no había recibido ningún daño, no había sido
maltratado porque unas hadas lo mantenían con vida; las hadas usaron su magia
para que se mantuviera intacto ese lugar.
En la vida diaria las áreas que administramos no son producto
de encantamientos, nosotros las construimos. No existe manera instantánea de
crearlas a nuestro antojo. Se forman ladrillo por ladrillo.
La plenitud no se construye con magia. Se edifica en decisión
y esfuerzo; no es cuestión del azar, sino se establece a propósito. La plenitud
que hoy gozamos en Cristo, fue conquistada en la cruz “y en él, que es la cabeza de todo poder y autoridad, ustedes han
recibido esa plenitud.”Colosenses 2:10.
Desde ahora al recibir esa verdad en tu vida te aseguro que
te sentirás lleno, seguro y pleno. No importa lo inseguro o intimidante que se
encuentre el mundo allá afuera tu puedes descansar bajo esta verdad. ¡La
plenitud la recibimos gracias a la obra de Jesús en la cruz!
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