Me fue muy difícil aceptar mi personalidad, mi forma de ser. La mayoría del tiempo deseaba ser otra persona, añoraba ser más dinámico. Lo cual, pedirle consejo a la televisión fue la peor tragedia, ella sólo me mostraba que el callado y tranquilo no llega a ningún lado, repetidas veces me menciono que ni me atreviera a aspirar el éxito.
Recuerdo que durante mi infancia me gane varios problemas por intentar ser otra persona. En esa etapa de mi vida, pasaron muchos amigos que, pensaba yo, comían una libra de azúcar de desayuno, porque eran sumamente extrovertidos. Al verlos comencé a imitarlos y eso produjo como resultado bajar en mi rendimiento académico en la escuela. Creo que varias de las canas de algunos de mis maestros de primaria son el resultado de haberme tenido como alumno.
Pasaron muchos años para darme cuenta que me estaba perdiendo de muchas oportunidades y lo mejor de Dios para mi. No sabía que "...el amor del señor es eterno y siempre está con los que le temen...", no tenía la menor idea que había alguien que había muerto en una cruz por mi, y que ese hecho me daba valor. Ni imaginaba que Dios me había visto antes de la fundación del mundo, era algo preciado desde antes y lo soy aún porque el no deja de ser. Amigo/a ésta aseveración no es una excepción en tu vida. Hoy te recuerdo: no hay problema que seas tu mismo, porque El no te va a rechazar. Vive de tal manera que se note que eres tú.
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