viernes, 23 de enero de 2015

Cuelga tu, no cuelga tu

Cuando estamos enamorados no sentimos la noción del tiempo, cada momento es único, las mariposas corren de aquí para allá transitando nuestro estomago y los suspiros se adueñan  del alma cuando se ve a la persona que nos roba el sueño. Y cuando esa persona se convierte en tu novi@ sale a la luz la típica frase al despedirse por teléfono: Cuelga tu, no cuelga tu, mientras sus rostros atrás de bambalinas se enrojecen con un leve cosquilleo.
¡Aw! Aquellos tiempos tan bellos que eran, cuando veía a mi esposo como un príncipe azul, ahora pareciere que el efecto de la fantasía se acabo, parece más un sapo que otra cosa, escucho por ahí en los labios de alguien que el anillo de matrimonio se adueño por largos años del dedo anular de la mano izquierda.
Muchos que se han topado con el poder de Dios han sentido lo mismo, se han enamorado de ese primer encuentro y de ahí surge una sed por conocerle más. Sin embargo el tiempo pasa y la emoción se va y la rutina, el trabajo y las ocupaciones diarias van disminuyendo aquella llama por la presencia de Dios. Surgen frases como: Señor no te siento, es como si colgases la llamada, no te escucho Señor, Háblame de nuevo, quiero volver a sentirte. Me he sentido de esa manera, no eres el único. Hay momentos en que piensas que Dios te ha abandonado, que colgó el teléfono y ya no escucha, pero eso no es cierto, El está trabajando, El quiere sorprenderte, quiere llamar tu atención, quiere conquistar tu corazón. Esta moldeando tu carácter para llevarte al siguiente nivel. Tienes que aprender que aunque no lo sientas El está ahí, no te ha dejado.  Él lo prometió de esta manera querido amigo: En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16:33.

¡El Señor no ha colgado, no te ha abandonado, está trabajando para tu bien!

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