Un
amigo practica skateboard cuando tiene tiempo libre. A muchos jóvenes les
encanta este deporte, les ayuda en muchos aspectos de su vida. Deslizarse sobre una tabla con
ruedas y a su vez poder realizar diversidad de trucos, es sin duda una
experiencia muy emocionante y a eso hay que sumarle los bonitos
paisajes que se observan mientras practicas.
Hoy te quiero hablar un
aspecto importante haciendo una analogía.
Así
como las ruedas pequeñas nos mueven hacia muchos lugares bonitos, en el caso del skateboard, las cosas
pequeñas de la vida nos hacen transitar por el paisaje de la felicidad.
En
ocasiones no vemos detalles que la vida nos lanza día a día. Creo que la vida
siempre sale a nuestro encuentro cada mañana, dándonos la oportunidad de
comenzar de nuevo. Aunque despertar sea insignificante para muchos, para los
que se encuentran desahuciados y en cama por una enfermedad, eso pequeño de
abrir los ojos se convierte en algo extraordinario. La abundancia económica se
convierte en algo preciado cuando se ha pasado por la escasez, la salud se
valora cuando la enfermedad dijo adiós, un beso se atesora cuando algo tan
sencillo como el amor inunda los corazones de las personas, se agradece tener
todas las partes del cuerpo cuando otros no poseen un brazo o una pierna. Si
tan solo viéramos las cosas insignificantes de la vida nos daríamos cuenta que
hemos transitado mucho camino y no hemos disfrutado el viaje, la ruedas
pequeñas nos llevan por largos senderos y nosotros preocupados por el afán de
cada día perdimos del rumbo de observar aunque sea un momento detenidamente.
Las cosas pequeñas son gratis no se compran ni se los come la polilla, las
cosas insignificantes son regalos que Dios nos da para que podamos ser felices
verdaderamente. ¡Por favor agradece por las cosas pequeñas de la vida!